
Crítica: Honda Fit 2019 EXL CVT
Siempre y en todo momento deseé un Honda Fit. Lo quise cuando heredé mi primer auto de la flota de la compañía del marido de mi mamá, un Volvo ochocientos cincuenta Turbo viejito -que después acabé amando, mas en su instante me parecía un ataúd impresentable para salir con mis amigas-. Lo quise cuando, unos años después, con mi hermano tuvimos la fortuna de ligar un auto para los dos y debimos reunir gustos y estilos y acabamos escogiendo un Citroën C4 Hatchback. Lo quise aun cuando, ya casada con Matías, nos adquirimos nuestro primer Volkswagen Vento. Y aún ahora, en ocasiones fantaseo con la idea de tener uno para mí sola y hacerlo mi auto citadino, que quepa en todos lados y se mueva diligente en el tráfico.
De ahí que, cuando escuché de reoído que C.C. tenía en lista de préstamos para Autoblog el nuevo Fit para probar, no lo vacilé y me anoté como posible aspirante. Mis ganas superaron mi temor a la gran responsabilidad de manejar un auto que no es propio, y, más esencial todavía, a no contar en lo más mínimo con toda la data y conocimiento técnico que puede requerirse para redactar la crítica de un auto.
Mi infatuación con este ya tradicional de Honda pudo más y acabé manejando el modelo EXL, de setecientos cuarenta y 9 mil novecientos noventa y nueve pesos por una semana. La crítica completa se reproduce ahora.
POR FUERA
Para mi alegría, me dieron un modelo en Modern Steel, un gris obscuro muy sentador del que seguramente escogería mi versión de poder tenerla. Y, a la primera impresión, lo que más me agradó fueron sus nuevas ópticas full led, que aparte de darle mayor visibilidad asimismo lo vuelven más seductor -¿todos vemos caras en los frentes de los autos en cuotas, verdad? Esta la vi muy felina-.
Asimismo me agradaron los insertos niquelados en el frente, sobre todo el listón inferior, dándole continuidad a las luces diurnas que ahora son de led progresivo. Y también cambiaron los rompenieblas, ahora redondos.
En el lateral se podría decir que no hubo renovación: hasta las llantas son exactamente las mismas -de aleación de dieciseis pulgadas- que en la unidad procedente de México que probó el editor de Autoblog el año pasado (leer crítica).
El remate sí tiene modificaciones, como la manera del paragolpes, mas lo más esencial es el remplazo de las ópticas por unas absolutamente de led.
POR DENTRO
Desde hace 9 meses, el espacio trasero de un auto me importa más que jamás. Y no debe de ver con que en ocasiones me toque sentarme atrás y mi marido mida uno con noventa y tres, sino más bien con que ahora voy para todos lados con una silla de bebé.
Si ya le tenía cariño al Fit de ya antes, más medró el amor cuando vi que la silla de Isabel quedaba comodísima atrás. Ni tan siquiera en el Vento sentí tal accesibilidad de espacio al entrar y sacar a la bebita. Jamás comprendí por qué razón, mas por cucaracha me explican que se debe a que, como buen monovolumen, tiene una puerta corta en la que el pasarueda no molesta y la apertura es total, dejando una boca de acceso bien extensa.
En la parte delantera, en tanto, el espacio parecía un tanto más muchacho, sobre todo para el acompañante. Mas me lo olvidé veloz cuando vi la novedad de su equipo multimedia y comencé a setear el sistema de entretenimiento con screen mirroring, que deja tener todas y cada una de las funciones del teléfono replicadas en la pantalla -si bien extrañé horrores la ruedita para subir y bajar el volumen-.
Asimismo aprecié mucho el posavasos del conductor, detalle no menor para quien vive tomando agua. Mas siendo franca, el interior delantero no me resultó tan afable al tacto y hasta al oído. Sí, el tapizado de cuero está realmente bien y hasta semeja de mejor calidad que el modelo precedente -y eso que es ecológico, cosa que valoro mucho-, mas los plásticos resultan un tanto duros, y el mejor ejemplo fue el estruendos al abrir y cerrar la guantera, afín a la carcaza de algún juguete de Isabel.
En este restyling, ciertas cosas desgraciadamente no cambiaron: la rueda de socorro, en el baúl, prosigue siendo de empleo temporario y no se puede circular con ella a más de ochenta km/h. Si bien sí, como mentó C.C. en su instante, entraría una más grande, por el hecho de que el baúl prosigue siendo súper cabedor. Como mi pretensión fue probarlo tal como lo emplearía, en la urbe, no tuve necesidad de cargarle valijas, mas coche, bolso maternal, juguetes, compras del súper y hasta cajas con gacetas entraron con perfección.
SEGURIDAD
Aquí sí que estoy un tanto indignada: automático, con tapizados de cuero, cámara de retroceso, ¿y no tiene un solo sensor? Lo di tan por hecho que prácticamente lo choco en el garaje de casa la primera tarde. Mi Citroën del dos mil diez ya tenía sensores traseros. En resumen, en el momento en que superé mi desconcierto, me hice íntima de la cámara en modo cenital -aquí me afirman que es “la que se utiliza para el enganche”-, y de este modo pude aparcar un tanto más en paz.
A favor suyo, en cambio, tiene los anclajes Isofix que bien empleó Isa, y una muy nueva incorporación: control de estabilidad (ESP), algo que tuve la suerte de no precisar probar, mas que me semeja condición sine qua non para cualquier auto. Además de esto, ofrece asistente de arranque en pendiente y suma airbags; a los dobles frontales les añade laterales delanteros y de cortina.
MOTOR Y TRANSMISIÓN
El chiste simple en casa cuando admití esta nota fue que iba a llegar a la sección de “motor” y también iba a poner: “Sí, tiene”. Punto y final. Mas, afortunadamente, cuento con un marido que pudo alumbrarme un tanto sobre dónde poner atención.
Esta última versión, procedente de Brasil, está impulsada por un motor de cuatro tubos online y mil cuatrocientos noventa y seis cc -quince para los menos eruditos como -. El mayor cambio que presenta es que varió el sistema de nutrición de inyección directa por la conocida PGM-FI de Honda, y que las posibilidades bajaron de ciento treinta a ciento veinte caballos de potencia, al tiempo que el torque pasó de quince a ciento cuarenta y ocho Nm.
El motor está acoplado a la famosa caja CVT de siete velocidades con pádel shift en el volante. Prosigue siendo la única transmisión libre, y la tracción del auto es delantera.
COMPORTAMIENTO
Una de las cosas que más me atrajo de este auto fue su agilidad. Como ya afirmé, estoy habituada a moverme con un Vento por la urbe, y el dinamismo del Fit fue conocido en la comparación. Veloz para culebrear entre el tráfico y para apresurar cuando era preciso, lo acabé de estimar por completo tras estacionarlo en ciertos lugares en los que mi auto no hubiese podido ni asomarse.
Al unísono, verifiqué que ante todo es de carácter urbano en el momento en que me subí a la autopista. Y es que me sucedió algo extraño: sentía el pavimento bajo las ruedas. Debí solicitarle ayuda a Marido a fin de que me tradujese esa sensación a lenguaje técnico, y el resolución fue “neumáticos de perfil bajo y suspensión firme”. Esto pasa especialmente en unas partes de asfalto que no son las más planas, como por servirnos de un ejemplo el carril izquierdo de Panamericana –¿apreciaron que ese sí raspa y el próximo no? Misterio-.
La insonorización, no obstante, es perfecta. Música a una intensidad lógica y buena charla fueron posibles sin inconveniente en toda circunstancia, aun yendo más veloz. Si bien asimismo se adelanta a ese posible problema y compensa el volumen de la música acorde a la velocidad, un detalle más que afable.
No probé versiones precedentes, con lo que no podría decir si la caja mejoró o bien no. Mas sí puedo delimitar que, en contraste a los otros autos en cuotas que manejé, en este adoré no sentir el traspaso de cambios. Muy prudente, una de mis cualidades preferidas en autos y personas. Ah, dato: en esta versión ya no existe el modo perfecto “Eco”, solo Sport y Normal.
La silla de Isabel me resultó muy cómoda, mas no tanto el sistema del anclaje en el techo –top tether-, que era un tanto molesto al mirar cara atrás. Si bien ni lo apreció y la pasó excelente, con la ventana a la altura justa para observar el planeta sin interferencias -y dormirse unas buenas siestas-. Suena básico, mas no lo es tanto: en el Tesla que probamos en USA (leer crítica), su silla -que era la misma, puesto que la trajimos de USA- quedaba un tanto más abajo del vidrio, con lo que podía mirar menos y se aburría más. Un drama para recorridos largos.
CONCLUSIÓN
Antes de nada, un disclaimer: como carezco del conocimiento técnico, mi impresión está sobre todo regida con lo que sentí al volante. Si bien vale otra aclaración: no hay mujer que no se guíe primero con lo que siente y recién después con lo que sabe.
Al tiempo, haber deseado tanto este auto me jugó un tanto en contra. Me subí súper conmovida, y me desanimé a las horas descubriéndome sin sensores y con determinada impresión plasticosa en el interior. Sentí que le faltaba aplomo, elegancia. Mas, con el correr de los días, comprendí que el que cambió no fue tanto el auto como , y me volví a conectar con esa versión más fresca y menos aburguesada mía, que prosigue apreciando aparcar en cualquier lado, arrancar ya antes que el de al lado en la primera fila del semáforo, y, sobre todo, sentir que tengo un auto canchero, ya antes que sobrio y cumplidor.
¿Si lo escogería el día de hoy en mi formato de vida actual? Sí, mas como segundo auto. Pues no lo siento tan ideal para la senda -y pues me hace falta un baúl mucho mayor para ir alén de los cien quilómetros. Recuerden que me bautizaron la Reina del Exceso de Equipaje (leer nota) . Lo consideraría como primera opción si fuera un ánima primordialmente urbana, que precisa gran contestación y dinamismo en el caos rutinario de la urbe. En verdad, es un auto que le estoy recomendando a mi mamá por estos días, una mujer sola, mas que vive trasladándose de una punta a la otra de la ciudad de Buenos Aires por su trabajo.
Tras esta semana, podría decir que lo mío con el Fit mutó de enamoramiento platónico a amor real. Por el hecho de que lo veo en carne y hueso -en acero y aluminio-, con sus bondades y falencias. Y, todavía de esta forma, lo escojo.